¡ COMO HEROES EN LA CERVECERÍA !

El Museo de la Cervecería--a donde tuve el gusto de ir a un evento a todo dar por que tengo tremendísimo cuello--es realmente lindo-lindo-lindo. Tiene DOS bares increibles de preciosos en donde le dan a uno toda la cerveza que uno quiera, GRATIS. Bueno, total, un Disneylandia y Paraíso de Milton todo en uno, entre muros de ladrillo rústico, maderas talladas finísimas, fotos históricas (ver arriba), y una colección interesantísima--en serio, no es paja--de toda la maquinaria de más de 100 años de antiguedad que se ha utilizado a través de la historia para fermentar, embotellar, etc. la cerveza. Naturalmente hoy día todo es super computarizado y la maquinaria antigua es un museo. Además, ofrecen un buffet de boquitas preparada por un chef famoso cuyo nombre se me escapa pero alto, canche y educado en las Europas.

Para enorme felicidad del hombre que tiene la dicha inigualable de ser mi marido, la cervecería había llevado para este evento a un contingente de modelos venezolanas y brasileñas tan altas y espectaculares que yo estaría segura no eran de verdad--¡imposible!--si no fuera por que vi que respiraban. Mientras el pobre se deleitaba la vista como niño pobre frente a vitrina de jugueteria (por que ni esperanza que ninguna de estas mujeres le iba a tirar chibola ni a el, ni a ninguno de lo demás pelones más al sur de la cuarentena alli presentes) (a menos, quizás, que fueran los dueños de la cervecera misma), yo aprovechaba que las cervezas eran gratis y como tengo espíritu heroico, yo pedía una de cada una, Gallo, Moza, Dorada, incluyendo la recién sacada al mercado cerveza de manzana.

La cerveza con infusión de manzana, según nos explicó el mismísimo maestro cervecero, no es para tomarsela a rajatablas, sino la idea es tomarse un vasito con el postre, a manera de champán. O sea, que como nos la estábamos tomando una mi amiga y yo, ¡asi no era la cosa! Pero demasiado tarde nos lo dijeron y al día siguiente sufría el consabido dolor de cabeza que bien se sabe provoca la infusión de manzana.

Anyway, como nos gusta decir a los catrachos (lo cual tampoco soy, pero quien quita, bien pudiera ser), esta historia tiene una moraleja muy simple, la cual es que si alguna vez alguien los invita a un evento de la Cervecería, pórtense como héroes, valientes y aguerridos(as), y no digan que no.

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